Hoy mi padre toco mi puerta para despertarme, yo desvelado por permanecer mucho tiempo delante la computadora simplemente me levante lento y tranquilo, pasado un minuto volvió a tocar, grito mi nombre, fuerte y agudo, en su tono se percibía una desesperación como si la casa estuviera en llamas y tuviéramos que salir inmediatamente.
-¡Omar!
-Ya voy, ya voy.
Al quitarme las cobijas de encima sentí el frío mañanero, un día un poco nublado y vientos helados son un deleite visual y sensorial para mi, mientras disfrutaba de la ligera brisa que entraba por la ventana tome mis típicas ropas negras del ropero -nunca pierdo tiempo en tiendas de ropa- y comencé a vestirme. Al terminar salí de mi habitación, encontrándome en el pasillo del segundo piso escuche las quejas de mi progenitor y mi madre le respondía con la misma intensidad. No tarde en enojarme por el escándalo -soy amante del silencio- y además tenia la seguridad de que el motivo de la discusión era una tontería, y asi fue.
Al acercarme mas a las escaleras capte con mayor claridad las palabras de mi padre, efectivamente, peleaba por el desayuno. Sin pensarlo baje rápidamente para poner fin a aquella idiotez, en cuanto me coloque a espaldas de mi madre pude escuchar su voz quebrada casi en llanto.
Logre contener mis lagrimas, un sentimiento de nostalgia me inundo y cambio por completo mi enojo al ver a mi madre dejar caer la primera gota. La pelea había llegado a su fin con mi llegada, pero tenia que hablar con mis papas para que todo siguiera su curso monótono y aburrido, era necesario para no romper el equilibrio de una "familia".
Si este fue el desayuno de sentimentalismo de hoy, no quiero pensar en que sucederá en la cena de mañana.
-¡Omar!
-Ya voy, ya voy.
Al quitarme las cobijas de encima sentí el frío mañanero, un día un poco nublado y vientos helados son un deleite visual y sensorial para mi, mientras disfrutaba de la ligera brisa que entraba por la ventana tome mis típicas ropas negras del ropero -nunca pierdo tiempo en tiendas de ropa- y comencé a vestirme. Al terminar salí de mi habitación, encontrándome en el pasillo del segundo piso escuche las quejas de mi progenitor y mi madre le respondía con la misma intensidad. No tarde en enojarme por el escándalo -soy amante del silencio- y además tenia la seguridad de que el motivo de la discusión era una tontería, y asi fue.
Al acercarme mas a las escaleras capte con mayor claridad las palabras de mi padre, efectivamente, peleaba por el desayuno. Sin pensarlo baje rápidamente para poner fin a aquella idiotez, en cuanto me coloque a espaldas de mi madre pude escuchar su voz quebrada casi en llanto.
Logre contener mis lagrimas, un sentimiento de nostalgia me inundo y cambio por completo mi enojo al ver a mi madre dejar caer la primera gota. La pelea había llegado a su fin con mi llegada, pero tenia que hablar con mis papas para que todo siguiera su curso monótono y aburrido, era necesario para no romper el equilibrio de una "familia".
Si este fue el desayuno de sentimentalismo de hoy, no quiero pensar en que sucederá en la cena de mañana.
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