16:54 | Author: Ellery Hackett
El tren del camino

Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir.

Se dio la media vuelta, no dijo más y se marcho. Me sentí contento. Comencé a reconstruir las vías del tren que, años atrás, había destruido una y otra vez.

Líneas rectas eran rechazadas, llene de curvas todo el camino hasta saciar mis caprichos. Lentamente, fue oscureciendo. Observe durante algunos momentos las hojas de los árboles moverse y rozarse entre ellas, había mucha vida entre aquellas ramas rasguñadas y viejas.

Baje mi mirada de nuevo y continúe acomodando el pequeño ferrocarril en un lugar adecuado. Un escalofrío lleno el patio entero, una mirada larga dentro de un reflejo. Retuve mis ojos, una esbelta y alta figura fantasmagórica fue la que estaba frente a mí.

—Me dejaste, aquella vez —me dijo, sonriendo.
—Si, ya tenía que irme —respondí.

Me perdí, vague entre aquella silueta sin lograr ver mas allá. !Que inútil! ¡Podía ver a través y no captaba un misero destello!

—No recuerdo. No puedo ver tu tiempo —confesé—. Será inusual, para mi, entenderlo.
—Nadie lo sabe desde hace mucho —sonrió—, pero tu puedes saberlo y nadie mas.

No pensé en preguntarlo; ella, por si sola, me lo confió. No fue una medida, fueron largas palabras que lograron manifestar en mi una gran curiosidad, terror, imaginación, inferioridad. Tan pequeño era en comparacion, quise volver a ser adulto.

Vi, por primera vez, el miedo de no tener nada. Casi media vida había transcurrido para lograr observarlo. Mire mas allá, finalmente, de lo que tenía en mis manos, fue espantoso y reconfortante. Fascinado, termine por inundarme; en sus conocimientos, en sus letras, en ella misma. Reconocí las intenciones de aquellas manos blancas, entendí por que podía ver a través de su piel. Poco a poco, fue solidificándose su cuerpo.

Note la independencia de su carne, al punto de quemarme con ella. Toque lo que nunca podría tener, no debía tenerlo. Dos palabras salieron de su boca, y regresaron del mismo modo.

Antes de marcharse, me agradeció, como antes yo lo había hecho, por la rosa roja que se embriago dentro de una botella con cerveza.
This entry was posted on 16:54 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

0 comentarios: