0:59 | Author: Ellery Hackett
Caminos circulares

Un beso, más que una expresión de amor, encierra descomunales sensaciones. Que los labios se llenen de tanto sentimiento y se desgarren al besar, por no dejarlos brotar. Es solo señal del amor verdadero que, afligido, se encadena a sí mismo antes de ser juzgado.


Era cruel aquella huella. Y tan feliz era el momento, pero triste al percibirlo.
Nunca había experimentado la frustración de someterme a las cenizas del pasado, menos aun, el pasado que no era mío. Cargaba en los brazos un perfume que no me pertenecía; los deseos de romper aquel aroma eran naturales, y así me conforme con una pequeña porción de delicadeza.


Ya no había mucho para pensar. Las ideas de aquellas situaciones eran falsas, incongruentes, fantasiosas y carentes de reflexión. Una para cada momento, para diferentes vidas en un día.

Antes de subordinarme a tanta estupidez, prefería soportar con el peso de todas las mentes sobre mis dedos. No pretendía jalarme hacia la multitud. Recorría el mismo camino que todos, pero era cansado evitar chocar con ellos, aquel círculo que no se rompía. Se seguían unos a otros, tomados de la mano y formados en sincronizada marcha. La seguridad que les proporcionaba el ser parte del círculo era reconfortante, pero la gracia que me provocaba verlos caminar sobre el eje de la esfera era digna de plasmarla sobre mis recuerdos.


"¡Que se queden ciegos!", decía la tierra a mis pies. Antes de cegarme a mí mismo ambicionaba verlo todo.
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