20:30 | Author: Ellery Hackett

Cadena contra cadena

La tiranía no es el resultado de la fortaleza de un hombre, sino la respuesta a la debilidad, ignorancia y desidia de miles que lo convierten en rey.

Comenzó la perversión de lo cognoscible. Ante la corrupción termine cediendo; y con la autoridad inquebrantable de las cadenas piadosas impuse la voluntad de una autocracia propia, y nada se opuso, poco podía realizarse para eliminar las nuevas ataduras, y la llave del candado era solo mía.

Pero por fuera de mi mandato se había colado el yerro de la inmundicia, y la ceguera se rehusó a recobrar la visión, cargaría para siempre con aquella perdición.

De nuevo el sonido de un añoso y fiel ventilador comenzó a distorsionarse en un chillido punzante y pesaroso. La sombra del objeto se agrando y tomo la forma de un rastrero en pie reflejándose en la pared que tenía atrás.

―Fue demasiado tarde para ti, no te salvaras de un nuevo abrumar ―dijo contento.

―Escoria de la escoria no me habrá de tumbar ―solté una risa de disgusto que no pude disimular―. Y aunque ese destino no pude cambiar; en las penumbras no me he de quedar.

―Te lo dije, a las restrinjas te sentenciaste, y las migajas de lo obsoleto vas a degustar ―decreto con inmenso sadismo.

―Antes de perder, lo eliminare por mí mismo.

―Dicho con dejos de nuevo emperador ―carcajeo―. Pero aun te espera lo peor.

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