23:51 | Author: Ellery Hackett

Instinto animal

Quiero besarte, te beso. Quiero dejarte, te enojas. Pero al limite de nuestras fuerzas te pones una armadura mas peligrosa que un arma.

Y después la tinta fue sustituida con un trozo de madera, del cual se tambaleaba un moribundo pedazo de carbón. Así se escribió la continuación de la pasada situación.

Cuando la alcance pude comprenderlo,

su mirada necesitada y su brazo abierto realizaron lo inesperado.

"¿Hasta cuándo dejaras de sostener lo acontecido?", dije sin temor a ser reprendido.


Cuando el sol se fue escondiendo, caí en los pensamientos de lo instintivo.


"No cerrare la puerta, ya entraste y no puedo echarte", me dije a mí mismo.

Solo los autos se escucharon pasar, las caminatas y las miradas dejaron de molestar.

"No me importa que perdure la limitación, pero es tiempo ya de cumplir con mi ambición", se escucho decir con acentos de irritación.


Todo el camino mantuve mi brazo entrelazado, se fue la tranquilidad del niño anestesiado.

El paisaje de primor fue sustituido por la desesperación del emperador, que reclamaba solo para sí aquella sensación.


Fuese cual fuese el motivo, ya debía utilizarse aquel camino.
"Y si no se cumple a la perfección, a la fuerza se romperán esas cadenas de sumisión", decrete con orgullo de dictador.

This entry was posted on 23:51 and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

0 comentarios: