12 años tenia en aquel entonces. Un pequeño río se colaba por la madera podrida de la pared que separaba mi habitación del pasillo.
En el piso, libros viejos y podridos debido a la humedad que se almacenaba.
La cama, compuesta de un colchón viejo, roto y amarillento, rechinaba cuando un peso cualquiera se colocaba en ella. Los fierros oxidados eran resistentes.
Y como compañía mi propia voz, releyendo nuevamente las ideas de un autor muerto.
En el piso, libros viejos y podridos debido a la humedad que se almacenaba.
La cama, compuesta de un colchón viejo, roto y amarillento, rechinaba cuando un peso cualquiera se colocaba en ella. Los fierros oxidados eran resistentes.
Y como compañía mi propia voz, releyendo nuevamente las ideas de un autor muerto.
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